Ojalá...

Ojalá quieras estar conmigo en la cama. Que nos miremos a los ojos y sobren las palabras. Que te delate el brillo de tu mirada y me invada. Ojalá no tuviera que soñar contigo para que estés a mi lado. Que las buenas noches fueran reales y los besos interminables. 

Ojalá recostarme en tu pecho mientras acaricias mi espalda, oír tu corazón y susurrarte que me encantas. Ojalá y perdernos entre las sábanas para encontrarnos en mitad de una noche desnuda y blanca. Que me abraces de madrugada sin importar si estoy acostada y me beses como si no hubiera un mañana.


Ojalá llevarte el café a la cama, usar tu chaqueta de pijama y poder acariciarte la cara. Ojalá nada cambie después de todo. Que si hay peleas sean de almohadas y las cosquillas mi única arma. 

Ojalá inspeccionar tu cuerpo adictivo, recorrerte lento y bailar contigo. Que aumente la temperatura y todo sea inconmensurable perfecto. Ojalá viajar sin destino fijo, perdernos en nuestras curvas y salir a flote de la aventura. 

Ojalá ser tú. 
Y ser yo. 

Ojalá un silencio hablador y un suspiro de satisfacción. Que solo necesitemos nuestras manos inspeccionando la tentación, que las palabras se queden mudas y la cama nuestra mayor perdición.

Ojalá ser sastre para coserte la alegría, médico para las heridas y payaso de sonrisas. Que no existan agujeros negros y ser tu mejor medicina. Ojalá picarte y ganarte, compartir afinidades y encontrar nuevas señales. 

Pero ojalá es un deseo. 
Y esto; esto son verdades.

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