Miedo...
Miedo a que todo sea mentira, que me despierte un día y ya no estés, que no haya sentimiento y solo quede un vacío sin fondo en el que poder hundirte en él. Que todo sea un sueño, delicado pero perfecto y que el mínimo roce de tu piel consiga romperme y hacerme caer. Que el aire recorra un espacio ahora vacío en la cama donde nos solíamos conocer y saber que nunca se va a reponer.
Miedo a no ser suficiente, frágil y demasiado inocente. Que no pueda llegar al mínimo, que me esfuerce pero no te compense y te alejes. Que te vayas después de conocerme, ver la mierda y no quieras meterte.
Tranquilo, yo tampoco pagué entrada al túnel de la mierda.
De las idas y venidas, las recaídas y una soledad que grita. Que grita alto y te hace pequeñita en un mundo grande que encoje sus paredes y te aplasta hasta hacerte caer.
Miedo a ser yo. A ser yo y que está nunca llegue a gustarte. Que no encaje y el puzzle forzado y cortado en mil y un pedazos sea un desastre, que no pueda controlar la lluvia y todo acabe en tormenta. Pero interna, siempre interna. Sin que nadie lo note y colgarme otra medalla para aumentar los dilemas.
Miedo a defraudar. A ti, a mí, a ellos y a una nadie que es todo. Que te aprieta el cuello y no te suelta hasta ahogarte, que reclama, aclama, grita, chilla y proclama tus palabras, esconde tus actos y te clava una estaca. Y no chorrea sangre, pues está calcinada, aglomerada, podrida y estancada en un cuerpo sin vida que anda a la deriva tragando pero sin decir nada.
Silencio.
Silencio pues nunca habla.
Miedo. Miedo a quererte cuando ya no estés y saber que no vas a volver, que la ausencia sea mi guerra y las balas cargadas de recuerdos que se quedaron en el ayer. Que colapsen mi mente de metralla, que no me dejen reponer y quedarme encerrada en el cuento de hadas que mi cabeza siempre querrá mantener.
Miedo a perderte y por tanto a perderme. Que explote y te afecte, te supere, te canses, no cambie y el daño cada vez sea más fuerte. A qué cojas puerta y dejes las llaves dentro, que el último disparo sea un grito y caer rendida, vencida y abatida de un suspiro sin vida.
Miedo a olvidarte, a que te esfumes poco a poco y sea inevitable. Volatilizarte y no poder recordarte. Que llegue el día dónde ni mi sombra quiera buscarte ya que sabe que no la espera nadie.
Miedo a una vida. Una vida solitaria, fría, oscura y vacía. Una vida que no respira porque no te tiene a ti.
Unos miedos que me destruyeron la vida.
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