Decir(te)...

Puede que lo correcto sea decir que me vuelves loca con cada palabra, que enredas el nudo de mi mente hasta niveles imposibles dejando grietas por donde solo tu mirada consigue atender. Que gires la tuerca, pongas todo patas arriba y aún así salga ilesa y contenta.

Puede que lo correcto sea decir que consigues elevarme hasta la encimera, mantenerme alerta, atenta, pendiente y paciente; aún sabiendo que la paciencia es algo que en ti escasea. Que mire donde mire estás impaciente por verme tropezar con mi propia lengua, agachar cabeza y recriminarte un idiota con voz pequeña.

Puede que lo correcto sea decir que no sé cómo eres, que miro, me adentro y no llego. Observo, me detengo, contemplo y no veo. Y puede que no vea porque muestras. Y yo, estúpida y ciega no crea. 

Y quiera y no mueva.

Puede que lo correcto sea decir que llevas razón, que me ves venir desde las escaleras, distraída, pensativa, con la cabeza ida y debatiendo si será o no el día. Si debo o no debo, si puedo o no puedo, si es o no el momento.

Puede que lo correcto sea decir que me ruboriza tu sonrisa, me hipnotiza tu risa y me he vuelto adicta a los piques que divierten y dan alegría. Que me gusta acariciarte para mostrarme, desesperarte para contagiarme y frustrarte para que me ataques y contraataque.

 

Puede que lo correcto sea decir que me da miedo decir la verdad, mostrar de más y que me veas. Y no por ti, pues sin saber, sabes; ni por lo que venga después, si no por no saber cómo enfrentarme a algo que nunca tuve que compartir con nadie.

Puede que lo correcto sea decir que eres el huracán que me alegra la tarde, la tempestad de mis noches en vela y la calma que amaina la tormenta. Que no sé qué pasa pero bajas mis barreras, esquivas la guardia, saltas, te quedas y aconsejas.

Puede que lo correcto sea decir(te) que con el último tramo de ese cigarro te doy el beso de la muerte, encuentro salida y muestro cicatrices de vida.