Problemas...


Son como un muro invisible que no hace más que molestar. Nadie sabe cómo ha llegado allí, ni cuándo decidirá romperse para así poder avanzar.


Somos humanos y como tal tiramos a la solución fácil. Más de uno se quedaría sentado con tal de no tener que bordear o saltar el muro. Ese tipo de gente que esconde todo para su ser sin dejar que les brinden una ayuda cuando más la necesitan, nunca conseguirán levantarse. Los problemas no nos llevan a ninguna parte.


Ni causarlos ni sufrirlos. 

No son más que piedras equivocadas que debemos esquivar en este juego de la vida. Solemos interpretar esos problemas como cualquier hecho insignificante que pueda pasar por nuestras vidas, ya sea no saber atarse los cordones, no tener suficiente tinta para continuar escribiendo o haber roto la vajilla de tu abuela.

No son problemas.

No nos paramos a pensar en cuáles son los verdaderos problemas de nuestra vida. Por eso cuando todos vienen de golpe como el viento del norte, nos congelamos no sabiendo reaccionar y convirtiéndonos en esas personas que se sientan bajo el muro a esperar un milagro, o como quieran llamarlo, por el cual se derribe tanto ladrillo.Eso no va a pasar.

Por eso invito a todo aquel a levantarse. A decir : yo puedo y quiero. Porque no sirve de nada poder para no querer.

Los problemas no son más que un mero obstáculo que nos ponemos nosotros mismos porque nos da miedo  la realidad.

Afrontemos esa realidad y saltemos el muro. Rompamos las normas establecidas y solucionemos aquello que se hace llamar problema. Pero déjame que te cuente un secreto. Quizás ya lo sepas, pero te lo recuerdo.

Un problema deja de ser problema cuando tiene una solución. Nadie sabe cuando llegará, pero 

lo hará.

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